24 de noviembre

Deportes

Apolo, el club que reabrió sus puertas por la lealtad de los vecinos

La institución fundada el 1º de mayo de 1949 resurgió por la intervención de la hija de uno de sus fundadores y de un grupo de personas que nació, se crió y vive en el barrio Cinco Esquinas.

El Club Sportivo Apolo resurgió luego de padecer un delicado cuadro de situación. Tanto económico como edilicio. Pero logró reabirir sus puertas, recuperar la alegría y darle una luz de esperanza a la barriada. Hoy el club conocido como el verdiblanco como está nuevamente de pie. Se mueve con una gran fuerza pujante que ilusiona a futuro cercano. La institución fundada el 1º de mayo de 1949 late sobre la cortada Apolo a la altura de 1918 (Pasco al 3400) al ritmo de un grupo de pujantes y flamantes directivos que nacieron, se criaron y viven en el barrio Cinco Esquinas.

Una de los pilares que posibilitó poner en funcionamiento las instalaciones es Alicia Ferreyra. La arquitecta de profesión y actual normalizadora del club es hija de uno de los fundadores del espacio que quiere volver a ser un punto de encuentro para los leales vecinos.

Lazos de sangre

El vínculo de Alicia con Apolo data desde la infancia. “Esta institución surgió de una convocatoria de los vecinos, quienes deseaban contar con un espacio para distenderse una vez que salían del trabajo. Buscaban un núcleo social”, arrancó expresando la arquitecta de 66 años.

“Y así fue como mi padre, Nolberto Ferreyra, y tres amigos le dieron vida un primero de mayo de 1949 a lo que naturalmente se denominó Club Sportivo Apolo”, acotó la actual normalizadora del verdiblanco.

Ferreyra también explicó que “al principio solo había dos canchas de bochas y un recinto muy pequeño que oficiaba como una especie de despensa. La gente se reunía por las tardes y los fines de semana para recrearse un rato, jugar a las cartas, al truco esencialmente. El clima siempre fue muy familiar, por cierto”.

“Durante muchísimo tiempo se hicieron en estas históricas instalaciones todos los eventos del barrio como bautismos, casamientos, cumpleaños de 15, etc. Era el punto de encuentro para la barriada”, recordó. “Mis abuelos eran libaneses y también aprovechaban para relacionarse con otros inmigrantes de la zona. Siempre fue un lugar de todos”, acotó.

Volver a empezar

El paso del tiempo fue deteriorando el recinto. El coletazo económico a nivel nacional de ciclos recientes también fue nocivo y generó un impacto negativo en torno al crecimiento. A tal punto que las puertas se cerraron ante adversidad.

Pero Alicia decidió apelar al sentido de pertenencia cuando su profesión le permitió volver a la ciudad, ya que estuvo durante varios años trabajando en diferentes puntos del país. “Uno ama a este lugar, es así. Cuando vi que pude ayudar, no dudé”, dijo.

“Nunca tuvimos socios. Siempre nos mantuvimos con la venta de bebidas o lo que se cobraba en su momento por el alquiler de las canchas de bochas”, afirmó la fiscalizadora. Apolo además se destacó por la inclusión femenina. Fue pionero en su zona.

“En viejas épocas, donde en muchos lugares las mujeres tenían vedado el lugar o les limitaban la participación de algunas prácticas, acá venían y jugaban libremente a las bochas. Siempre hubo paridad de género en ese sentido. Porque la idea fue siempre que haya equidad entre las partes. Que sea un espacio abierto, familiar e inclusivo”, puntualizó Alicia.

“Mi mamá, Julia, formó parte de la comisión directiva también, por lo que me genera doble de orgullo la función que tuvieron mis padres en este lugar tan especial para los que somos de esta zona”, ponderó.

Pandemia y renovación

“La pandemia nos obligó a cerrar el club. Logramos solventar los gastos fijos junto a un vecino de gran corazón como Carlitos Chiase, quien desgraciadamente falleció”, recordó.

“Luego se acercó Rodrigo (Cotarelo), quien es hijo de unos amigos, a dar una mano junto a Pablo Méndez. Estábamos fundidos mal. Y eso sucedió hace solo unos pocos meses atrás. Entre ellos fue que decidieron poner en funcionamiento la planta superior para darle vida a Caribe Club”, remarcó.

Y es así que actualmente en la planta superior las diversas danzas se apoderan de los cuerpos y generan un virtuoso movimiento al compás de la bachata, salsa en pareja, salsa shines, jazz, zumba, ritmos kids y hasta realizan funcional. Todo bajo la órbita de los profesores Pablo Méndez, Gisel Coniglio, Lucía Miretti y Diego Ranciari.

Apolo volvió a erigirse en un punto de reunión para los vecinos. El plus es que Alicia regresó a su pago hace tres años. “Empecé a trabajar para una institución y utilizamos el primer piso del club como una especie de oficina. A cambio nos refaccionaron la parte superior, y a la vez me enganché con el club. En realidad, como veía que había una sola persona, que era Carlitos, decidí involucrarme más y así arranqué. Y gracias a la Dirección de Clubes de la Municipalidad, mediante la Secretaría de Deporte y Turismo, comenzamos a reordenarnos desde la documentación”, acotó.

“Mis raíces tienen vínculo con Apolo. Acá adentro tengo los mejores recuerdos. No solo de mi infancia. Celebré cumpleaños y muchas cosas más este lugar. Esto es parte de mi vida. Es mi historia”, concluyó Ferreyra.

Presidente en funciones

Rodrigo destacó que “la mayoría de quienes integramos la comisión directiva vivimos en un radio muy cercano al club. Somos todos de la cuadra prácticamente”. El flamante presidente del verdiblanco, quien asumió en septiembre pasado, dijo que “no solo se trata de recuperar al club o hacerle mejoras edilicias. La idea es convocar otra vez a todos los vecinos del barrio para que se apropien del lugar”.

“Nací a escasos metros y los vecinos son muy unidos. Hay un fuerte vínculo y eso hay que aprovecharlo para volver a las fuentes. A reunirnos, en la medida que la pandemia nos permita por supuesto en este club que nos identifica”, enfatizó el directivo, quien junto a Germán Laurence (vicepresidente) y varios “amigos más” tratan de aportar nuevas ideas al recinto.

El además profesor de Educación Física reveló que “Apolo es un espacio para la familia. Notamos que hay un compromiso colectivo por darle luz a este recinto”. También se lamentó “porque no tuve la posibilidad de disfrutar del club años atrás porque me tocó esa época donde había quedado como un agujero negro. Por suerte ahora se recuperó y acá estamos, firmes para dar una mano junto a muchos vecinos más”.

“Tenemos muchos proyectos. No solo mejoras estructurales. También ofrecer más disciplinas. Sumar más profes. En ese aspecto, somos abiertos e invitamos a todos a sumarse”, detalló.

También dejó en claro que “nuestra intención es crecer día a día. Hacemos mucho esfuerzo para mantenerlo como le debe pasar a otras instituciones como la nuestra. Como comisión además buscamos que haya cierto equilibrio entre los integrantes. La idea es que el club sea del barrio, independientemente de quien sea la cabeza o esté al frente. De hecho, nunca imaginé por podría ser presidente y, sin embargo, la realidad marca que terminé siéndolo”.