16 de abril

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En el sur resuenan los tambores como espacio de fortaleza para las mujeres y disidencias

Todos los martes de 14 a 15.30, en el Centro Municipal de Distrito Rosa Ziperovich, se ofrece el taller de percusión Proyecto Di Verso.

Rebeldía. Raíz. Conexión con una misma. Fortaleza. Liberación. Familia. Amor. Emoción. Grupalidad. Alegría compartida. Placer. Generosidad. Tribu. Libertad. Transportar. Fuerza. Todas esas palabras surgen en las voces de las mujeres que participan del taller Proyecto Di Verso. Mujeres y percusión al definir lo que sienten cuando tocan los tambores. Cada una trae su historia, su personalidad, pero hay algo que las une y que las hace sentir fuertes y son justamente los tambores que tocan cada martes en el Centro Municipal de Distrito Sur.

Las coordinadoras, Ana Lola Vélez y Julia Dayub, cuentan cómo surgió la idea de llevarlo adelante. "Nosotras nos conocíamos solo de vista y cuando nos encontramos para armar el proyecto, para pensar un espacio para mujeres trabajando la percusión, nos llevamos muy bien y no dudamos de que el eje estaba en la perspectiva de género. Nos encontramos con la misma energía, el mismo impulso. Entendiendo a los tambores como espacio vinculante que nos habilita desde ese lugar sensible de la música. Y reconocer que mucho tiempo estuvo perdido, y es esencial recuperar la sincronía entre las mujeres, en el ritmo, encontrarnos en un espacio ritual, que muchas veces es un espacio de canalización, de gritos, de descarga, pero que también es de unirse, entenderse, un espacio solo de mujeres y disidencias y que eso tenga que ver con que sea un espacio cuidado", señalan.

Ana Lola toca la batería desde los seis años, empezó a trabajar como profesora de batería y percusión en la banda infanto juvenil en el CMD Sur. Cuenta que los tambores estaban en desuso por la pandemia y desde el área de Cultura del Distrito decidieron ponerlos en funcionamiento. Y con esta propuesta conoció a Julia, también trabajadora de cultura de la Municipalidad, comunicadora social y murguera, que venía trabajando lo comunicacional en los distritos.

Julia y Ana Lola comenzaron a armar el proyecto a fines del 2020. Cuentan que es un espacio en el que se trabaja desde la intimidad y de manera coordinada con la Red de Mujeres del Distrito Sur, y que se entiende desde una transversalización del género. "Hablamos con las mujeres que trabajan con género hace más de veinte años, y apareció algo muy importante que fue el tema de la franja etaria. Nuestra mirada está puesta en mujeres adultas y eso nace de esa articulación. Porque son ellas las que nos dicen que hay muchos espacios para mujeres jóvenes, pero hay menos para mujeres adultas, entre 40 y 60 años aproximadamente. Muchas son madres, pero en este espacio encuentran el lugar para hacer actividades para ellas mismas".

Sobre lo que se genera en el taller, Ana Lola dice que es un encuentro emocional y espiritual. "Hay algo más allá del aprendizaje puntual de la percusión. En una hora y media no pensamos en nada, estamos presentes en el aquí y ahora, y eso genera una presencia del cuerpo de cada una y, por lo tanto, una sincronicidad y comunión entre todas. Eso genera una conexión y la escucha de las otras compañeras. Mi golpe se une con el otro", señala la tallerista.

Para Julia es un proceso colectivo. "Este año fue presencial todo el año, somos entre 15 y 20 personas y hay mucha diversidad. Cada una viene de distintos lugares, cada una con su historia. Este año logramos ese ensamble, que ese es el horizonte por el que venimos trabajando, y empezamos a presentarnos en lugares. Las invitaciones que llegan las trabajamos de manera horizontal. Parte de entender qué te dice el grupo de mujeres, que viene cada una con su biografía, su historia, qué se va generando con las otras compañeras, y en ese sentido, qué van pidiendo. A veces la necesidad del grupo no va solo con tocar en vivo, sino también es hacer un encuentro entre ellas con una comida y tocar en ese momento", cuentan.

proyecto di verso

El nombre de Proyecto Di Verso tiene que ver además de la diversidad, con lo hablado, poder expresar todo con el ritmo y la música. El proyecto posee varias aristas, la más importante es la del taller, pero también tiene otras como ir a trabajar con mujeres en algunas jornadas, capacitar en torno a los tambores y también cruzarse con otros proyectos, como sucedió con el Circuito Interbarrial de Teatro, o próximamente van a hacer un cruce con el coro, una canción que ellos están cantando con un ritmo que están trabajando en este momento específico. Y todo tiene que ver con encontrarse las mujeres y disidencias en este lugar sensible del tambor.

"El proyecto son las dos patas: el lenguaje del tambor y el género. El espacio de entendernos desde un lugar no patriarcal, no jerárquico, es en ese cruce que vamos llevando adelante las reflexiones. Para nosotras es fundamental ir a espacios de mujeres, vivenciar ese espacio y escuchar, qué pasa en ese territorio, qué nos cuentan estas mujeres, qué están necesitando", dice Julia y Ana Lola agrega que se repite mucho la necesidad de descarga que da el tambor.

Sobre la dinámica del taller cuentan que hacen primero un calentamiento corporal y vocal, trabajan mucho el cuerpo porque entienden que es la instancia que se traslada luego al tambor. Más tarde avanzan con una parte más técnica y práctica de la música, y trabajan con un pizarrón para entender el lenguaje musical, y otros con ejercicios exploratorios en los que se imaginan universos posibles y qué sonidos tienen, a partir de eso realizan composiciones.

Ana Lola dice que los tambores son un lugar de conocimiento y búsqueda. Para Julia es un espacio de lo poderoso, de conexión con las demás personas desde lo sensible, otro tipo de encuentro y de vínculo, un lugar transformador. Ana Lola agrega que hay una sincronicidad a través de los tambores que va más allá de las palabras. "Alguien puede no hablar el mismo idioma, pero empezás a tocar los tambores y te entiende todo, definitivamente los tambores son un lenguaje", finaliza.

proyecto di verso

Los tambores como un lugar de encuentro

Mariela vive en zona sur y se enteró del taller por una amiga. "Necesitaba un espacio de contención, saqué licencia por psiquiatría, uno de los tratamientos era buscar un grupo en donde me sintiera cómoda, me identificara, y sucedió totalmente. La medicación ya no está y me siento contenida. Este espacio nos ayuda a deconstruirnos y volver a construirnos, frente a cambios que van sucediendo en la sociedad y que a veces cuesta aprenderlos e integrarlos. Este es un grupo de compañeras de tambor, de profes y alumnas, de amigas, de todo corazón. De música no sabía nada, arranqué este año de cero y ya toco dos ritmos diferentes y estoy feliz", señala remarcando la importancia de que no hay edad para aprender cosas nuevas, que siempre se puede si hay ganas.

Maru, además de participar del taller, también forma parte de la Red de Mujeres del Sur, que hace acompañamiento, asesoramiento y contención en situaciones de violencia de género, pero también escuchan otras cuestiones que llegan. "Hay una problemática que es el tiempo para nosotras, el derecho al tiempo libres y solas, haciendo lo que queremos. Este taller es darle lugar a las mujeres más adultas, porque en general las oportunidades están para las más jóvenes, después de los 35 años las opciones son diferentes. Las mujeres de los barrios sostenemos las tareas de cuidado, entonces es muy difícil tomar una tarea que sea propia, está bueno rescatar el derecho al tiempo libre", menciona.

Por su parte, en relación con la cuestión específica de la percusión, Irene destaca el trabajo de las coordinadoras al momento de pensar las estrategias para construir lo musical. "Se da un aprendizaje relajado, nutritivo, pero hay otras formas de docencia que son de otro tenor. Y en eso me parece que tienen mucha didáctica para llevarnos a realizaciones con un buen producto musical y con mujeres que la mayoría nunca había tocado un tambor. Eso realmente es importante. Porque hay docentes que te hacen sentir a la música inaccesible, pero no es el lugar donde se paran las chicas en absoluto. Y por eso este lugar es salubre, sororo, por eso este lugar energiza y hace que no te vayas frustrada".

Berta trabaja en el Distrito Sur y se sumó al taller. "Le dije a mi hijo que empezaba a tocar los tambores y me respondió ‘Bueno, vieja, al menos hacé algo para vos’. Este taller, además de ser gratuito, es un espacio creativo, es saludable, me hace bien porque me transporta a otro sitio, tanto con los tambores como las canciones. Encontré un grupo hermoso porque es alegría y fuerza. Y me voy renovada".

Finalmente, Viviana cuenta que vive en Villa Gobernador Gálvez y se traslada especialmente para asistir al taller. "Soy una eterna estudiante. Y muchas veces batallé contra los prejuicios. Porque si sos mujer parece que a una edad ya no podés estudiar. Creen que pregunto por las actividades para mis hijos, pero pregunto para mí. Y por eso creo que también hay que batallar contra los mandatos".