Una Nueva Oportunidad para jóvenes madres del Sudoeste
Unas 30 mujeres concurren al taller de diseño de indumentaria en la Casa de la Cultura Barrio Alvear. Además de aprender el oficio, encuentran espacios de reflexión y encuentro.
Sobre la amplia mesa del taller se desparraman retazos de telas, una escuadra, varios moldes y más de un centímetro. Una nena se sienta arriba de un papel con un diseño de vaya a saber qué prenda. Su mamá la hace upa y la corre un poquito más allá. Es una de las tantas escenas cotidianas del taller de diseño de indumentaria que la Municipalidad de Rosario, en conjunto con la provincia, brinda a treinta jóvenes mujeres que acaban de ser mamás o se encuentran cursando el embarazo, todo en el marco del programa Nueva Oportunidad.
Tres veces por semana, las 30 jóvenes mamás se acercan a la Casa de la Cultura Barrio Alvear (pasaje Lett 4253), en el distrito Sudoeste, un centro cultural de puertas abiertas que surgió como una entidad vecinal. Allí, aprenden todo lo necesario para diseñar moldes, cortar telas y confeccionar prendas con el manejo de máquinas industriales. Esos conocimientos les abrirán las puertas, a futuro, para trabajar en talleres textiles o en su propia casa. Asimismo, a través de la Secretaría de Economía Social acceden a cursos de capacitación y a un impulso económico para buscar montar su propio proyecto.
Pero el ámbito del taller no se agota solamente en la enseñanza del oficio. Uno de los tres encuentros semanales consiste en un “tercer tiempo”, un espacio de reflexión donde se plantean disparadores que abarcan un amplio espectro: desde música, derechos humanos, alimentación saludable, violencia de género, educación sexual, entre otros, además de salidas y visitas a diferentes espacios de la ciudad.
Las mujeres que forman parte de este taller fueron derivadas por los equipos de los centros de salud Champagnat y Santa Teresita, de la red de salud de la Municipalidad de Rosario, por encontrarse vulneradas en algunos de sus derechos: casos de violencia de género, falta de escolaridad, dificultades para la sociabilización son algunas de las problemáticas.
El objetivo de la propuesta es que tengan un lugar propio, un espacio creativo, de capacitación, que las pueda impulsar a empezar un emprendimiento u obtener un espacio laboral. Pero, además, poder trabajar socialmente las dificultades y vulnerabilidades de sus derechos, ponerlas sobre la mesa y que sean ellas las que puedan expresar colectivamente o individualmente sus problemáticas.
Actualmente, las treinta jóvenes que forman parte del taller de diseño de indumentaria del Nueva Oportunidad están divididas en dos niveles. Los cursos se renuevan cada seis meses y muchas de las chicas ya van por el segundo año de cursado. Cada nivel cuenta con dos acompañantes sociales y una capacitadora, que es también una vecina del barrio que pasó por distintas instancias de formación para ejercer ese rol.
Otro de los objetivos centrales es el de forjar lazos solidarios en el grupo de mujeres que asisten al taller. En ese sentido, se propone para el cierre de cada taller un proyecto para brindar una ayuda a otros. Para este fin de año, confeccionarán batitas y ropa para bebés, que serán donadas a los recién nacidos de Área de Atención Integral de la Mujer del Roque Sáenz Peña y otros efectores públicos de la ciudad, a mujeres que como ellas comienzan a transitar la maternidad.
Además de asistir diariamente a los encuentros, a las mamás se les pide como requisito que tanto ellas como sus hijos cuenten con DNI. Y que los chicos vayan a la escuela. Cuando alguna de las integrantes del taller deja de asistir, los equipos del Nueva Oportunidad se ponen en contacto para conocer su situación e intentar que retomen el cursado.
Un cambio de vida
Los cambios entre las jóvenes impactan casi de inmediato. Y ellas mismas comienzan a notarlos en su día a día. “Yo le tenía terror a las máquinas y gracias a Dios aprendí muchísimo. Ya agarro las máquinas, hago moldes, con las chicas nos ayudamos entre todas”, dice Soledad, una de las asistentes. Para Silvina, “desde que conocimos este lugar tenemos un espacio para nosotras, porque no solo cosemos sino que también hicimos amigas, nos juntamos”. Vanesa, por su parte, resalta: “Salí un poco de casa, de ser sólo una simple ama de casa, ahora tengo la idea de un proyecto y generar mis propios ingresos”.
“Yo antes no hacía nada, me levantaba tarde, acá aprendí que puedo tener amistades y hablar. Ahora me levanto con ganas, me gusta venir”, dice Sasha. “Me cambió en muchos sentidos, por una vez en la vida me intereso en algo que realmente me gusta. Yo me levantaba tarde y encontré algo para hacer”, apunta Lucía. “Está bueno porque me hice compañera de todas las chicas, somos un gran grupo, todas nos ayudamos y aprendemos de todas”, agrega Romina.