31 de octubre

Mujer

Violencia de género: durante la pandemia, los centros de protección municipales siguen asistiendo a víctimas

Los espacios Alicia Moreau y Casa Amiga adaptaron su funcionamiento, implementando distintos protocolos para continuar brindando asesoramiento, contención y ayuda.

Los centros de protección Integral de la Municipalidad, Alicia Moreau y Casa Amiga, registraron un ingreso récord de víctimas de violencia de género con sus hijos e hijas durante la pandemia. Ambos espacios pueden albergar -en promedio- unas 50 personas, a quienes equipos interdisciplinarios acompañan hasta que puedan reestablecer condiciones de seguridad y autonomía en sus vidas.

Los centros de protección forman parte del sistema integral de atención de la Dirección de Atención y Prevención de las Violencias de Género, dependiente de la Secretaría de Género y Derechos Humanos de la Municipalidad. El Teléfono Verde (0800 444 0420) funciona como puerta de acceso, brindando asesoramiento y contención profesional, y en el mes de abril se habilitó un WhatsApp (3415 781509) para quienes no estén en condiciones de realizar llamadas.

Los equipos operativos de atención en violencia están integrados por psicólogas, abogadas y trabajadoras sociales. Cuando se detecta riesgo para la vida y las víctimas no tienen una red de contención ni una alternativa habitacional segura, se ofrece alojamiento en un centro de protección al grupo familiar. El último eslabón son los centros de promoción de derechos para mujeres que han atravesado situaciones de violencia de género.

“Trabajamos en un abordaje integral de la violencia”, destaca Mariana Alonso, directora de Atención y Prevención de las Violencias de Género. “En este contexto de pandemia implementamos protocolos para prevenir contagios, pero los centros de protección nunca dejaron de funcionar”. Esto implicó reasignar personal a este servicio, contando con colaboración de diferentes direcciones de la Secretaría de Género y Derechos Humanos.

“Sabemos que en un contexto de aislamiento y distanciamiento social las víctimas de violencia corren más riesgo, porque se les complica pedir ayuda”, resalta Alonso. Desde marzo, los ingresos a los centros de protección son continuos. En junio, incluso, el número de ingresos alcanzó una cifra histórica: 12 mujeres con 16 niños y niñas.

“Los centros son esenciales para abordar la violencia de género”, aclara la directora de Atención y Prevención de las Violencias de Género, quien además detalla que “la estadía promedio máxima es de tres meses, pero hay casos puntuales de mayor riesgo que demandan más tiempo de atención”.

Cabe remarcar que la derivación al centro depende de la evaluación del equipo interdisciplinario. Además, se destaca el trabajo con organizaciones sociales que muchas veces acompañan el ingreso de las mujeres, igual que otros servicios estatales que pueden detectar de manera temprana a mujeres en situaciones de vulnerabilidad. “Se realiza un trabajo articulado y coordinado de protección”, remarca la funcionaria.

Una vez en los centros, a través de múltiples intervenciones, se trabaja para resguardar las vidas de las mujeres, restituir derechos vulnerados y satisfacer necesidades básicas. “Son lugares donde las mujeres pueden, a partir de sus decisiones y acompañamiento del Estado, proyectar una vida libre de violencia”.

Carina López es la coordinadora del Alicia Moreau, creado en 1995 en respuesta a la demanda de organizaciones feministas de la ciudad. “El Alicia Moreau es el primer momento de alojamiento, donde las mujeres ingresan y realizan los trámites más urgentes y se las acompaña de manera activa”, explica Carina.

Más allá de proteger sus vidas, se trabaja el acceso a la justicia, tramitando medidas como exclusión del hogar o prohibición de acercamiento del agresor, recupero de pertenencias y pedidos de botones de alarma. También se coordinan turnos en el sistema de salud. Desde su apertura, han pasado por sus instalaciones 1.350 mujeres y niñas/os.

Sandra Carbajal es la coordinadora de Casa Amiga, que nace en 2003. El espacio cuenta con departamentos individuales para los grupos familiares y “permite trabajar la autonomía, ya que el espacio brinda cierta independencia y la posibilidad de establecer rutinas propias”, detalla Sandra. Si bien al mudarse a este espacio las mujeres continúan los trámites judiciales y de salud iniciados en el otro centro, se realiza además un trabajo de empoderamiento a través de talleres de autoestima, cuidados, derechos y capacitación laboral. También se trabaja la integración de los niños y niñas en el ámbito escolar.

“Nos enfocamos en la contención y atención integral de las situaciones de vulnerabilidad de derechos, protegemos a las mujeres y buscamos cortar los círculos de violencia”, explica Mariana Alonso, y agrega: "Cada mujer que ingresa a un centro de protección tiene su vida en riesgo y su ingreso muchas veces implica prevenir un femicidio”.

“Son historias de vida muy fuertes, con tantas intervenciones, situaciones de abuso, abandono, violencia… Es importante fortalecer el apoyo familiar o social, a veces no es la familia, sino alguien que forma parte de la vida de las mujeres, sea del barrio, una amistad, una organización”, terminó diciendo.