23 de noviembre

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Programa Andando: del carro al oficio y el emprendimiento propio

Desde su inicio en 2015 el plan municipal para suplantar la tracción a sangre incorporó a 1.299 recicladores. Doris, una beneficiaria, comparte su vivencia: ahora trabaja en el rubro panadería.

Doris Castillo tiene 34 años, es madre de dos adolescentes y vive en el barrio Empalme Graneros, en la zona noroeste de la ciudad. Durante su infancia y juventud fue carrera como sus padres y sus abuelos. Hoy, tras sumarse al Programa Andando de la Municipalidad de Rosario, dejó el carro con el que cirujeaba para dedicarse a la panadería. 

Hace un año, alguien cercano a Doris le comentó sobre los beneficios del programa que lleva adelante la Secretaría de Economía Social con el objetivo de lograr la inclusión de hombres y mujeres que procuran ingresos a partir del reciclado de basura. Ahora es una beneficiaria más entre los casi 1.300 carreros que son parte de la iniciativa.

“Me daba vergüenza cuando bajábamos del carro e íbamos a pedir. En una panadería la dueña nos retaba cuando entrábamos buscando pan o las preciadas facturas”, cuenta Doris al recordar un episodio de aquellos tiempos de cirujeo familiar. "La panadera nos decía 'nunca entren acá, si hay algo les doy, pero se quedan afuera'", agrega visiblemente emocionada. La condena de parte de la sociedad por una vida que ni ella ni su familia eligieron siguió en la escuela donde, cuando llegaba con su hermano, un coro de voces los recibía con un hiriente “ahí vienen los cirujas”.

A los 17 años, mientras cursaba el secundario, Doris tuvo a Carolina, su primera hija. En aquella oportunidad abandonó los estudios y aún sueña con retomarlos para poder terminar la secundaria. Según relata, al haber dejado el carro y tras asistir a los cursos de panificación y pastelería -que articula el Programa Andando con el Sindicato de Pasteleros de Rosario- entendió la importancia de estudiar y capacitarse para tener una mejor vida: "Para ser Doris, y no la ciruja a la que se le cerraban las puertas”, reflexiona quien en la actualidad es hacedora de panes, facturas y tortas.

Antes, Doris crió a sus hijos y se ganó la vida cirujeando, vendiendo medias y bombachas en las calles de su barrio y limpiando, precisamente, otra panadería, El Faro. Fue su papá quien le inculcó la importancia que tiene “valerse por uno mismo”, y reconoce sentirse orgullosa de haber dejado el carro y con él el estigma de vivir de la basura que también alcanzó a sus hijos. "Ellos nunca dijeron en la escuela qué hacía su mamá por vergüenza. Hoy dicen 'mi mamá trabaja en una panadería'”, revela la mujer.

Si bien Doris reconoce que le costó dejar el caballo, explica que “cuesta tener caballo propio. Se compra en cuotas y no es fácil pagarlo, y con él se trabaja, uno no sabe qué puede pasar si lo deja”. Sin embargo, asumió el riesgo de empezar un nuevo camino.

Andando los sueños se acomodan

Doris Castillo explica que fueron los promotores del Programa Andando quienes la visitaron en su casa y la ayudaron a tomar la decisión. A partir de allí comenzó un curso de formación sin saber muy bien qué era eso de la panificación, pero se dijo a sí misma: “Vamos a probar”. Le gustó tanto que hoy sueña con tener su propio emprendimiento y vender sus producciones en ferias.

La ex cartonera destaca, además, la solidaridad de su empleador quien, mientras realizaba los cursos del Andando, le permitía ir preparando cositas. "Mientras yo hacía mi trabajo de limpieza, el señor Claudio (el dueño de El Faro) me dejaba hornear panes y facturas", señala y afirma orgullosa que, tras haber culminado el curso, continúa trabajando allí, pero como panadera.